PRÒLEG

Historia de la Banda de Música de Jijona 1.878-2.003
Autor: Alfonso Zaragoza Miquel
OBERTURA DE SUEÑOS
Introducción
Nunca pensé en poder prologar un libro. Es más, no se si soy la persona más adecuada para hacerlo. Pero cuando se trata de un volumen como el que tienen en las manos, nacido del entusiasmo, de la entrega, del amor a la tierra y sobre todo, de la más sincera y desnuda ternura, me resulta casi una necesidad poder participar en el proyecto.
La Banda de Música de Xixona, la Agrupació Artístico Musical “El Trabajo”celebra el 125 Aniversario de la creación de una Banda de Música en esta ciudad. Entre los proyectos conmemorativos de esta efemérides, se pensó en escribir un libro sobre la historia bandística de la villa, basado en los documentos que se conservan en el propio archivo de la Banda y en el Archivo Municipal, así como en hemerotecas y bibliotecas varias. Con ello se conseguiría tener una visión de la evolución de su estructura, sus objetivos, sus actividades, sus gentes y sus vidas. Se trata pues de una recopilación de distintos materiales bibliográficos sobre la existencia de una banda de música en la ciudad de Xixona. Entre ellos el lector puede observar la evolución sociopolítica y cultural de nuestros pueblos.
Exposición
La historia de nuestras bandas de música tienen muchos puntos en común. Nacidas de una tradición popular (los ministriles) con influencias de las formaciones de viento militares, desarrollan una evolución muy pronunciada desde finales del siglo XVIII. En muchas localidades de nuestras comarcas, las Bandas de Música constituyeron su principal foco cultural. Sus actividades iban mucho más allá del puro desfile, la tradicional procesión o los esporádicos conciertos. De entre los miembros de las bandas surgían grupos de teatro, de danzas populares, de zarzuela,… Entrar en una banda de música durante el siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, suponía una vía de expansión cultural para los músicos de estas formaciones amateurs que podían viajar a otras localidades para tocar en sus fiestas o en sus conciertos. Labradores, carniceros, panaderos, abogados, médicos, electricistas o turroneros, entre otros oficios, se reunían un día a la semana para sentarse detrás de unos atriles de madera con el propósito de hacer música juntos. Conceptos como solidaridad, esfuerzo común o ilusión compartida se desarrollaban en condiciones no siempre halagüeñas. Las primitivas lecciones de música de los maestros de las bandas y los conciertos con adaptaciones de obras sinfónicas contribuyeron a generar una cultura musical en núcleos urbanos pequeños, que hubiesen sido huérfanos de estas actividades a no ser por su banda de música. Un pueblo cultivado con música, es un pueblo mucho más culto, más preparado, más noble, más abierto. Gentes humildes que en muchos casos casi no sabían escribir su nombre o en el peor de los casos eran analfabetos, podían seguir una partitura o podían disfrutar del sonido de una banda de música. La música bandística se convertía en catalizador de una vida distinta, con nuevos objetivos, con ilusiones renovadas.
La lucha por dignificar el oficio de músico sigue siendo aún en nuestros días una tarea diaria, aunque gozamos afortunadamente de una mejor consideración fruto del trabajo de nuestros antecesores en este noble arte. Las Bandas de Música deben continuar su tarea por exigir el lugar que les corresponde en la cultura contemporánea. Más allá de la visión tradicional o popular, las formaciones instrumentales de viento tienen en su historia un gran bagaje artístico que debemos conocer, estudiar y difundir, con un trabajo respetuoso y digno. Dentro del ámbito cultural propiamente musical, la Banda de Música carece de un espacio propio y equiparable al resto de formaciones como la orquesta, el coro o los grupos camerísticos. El trabajo entregado de formaciones amateurs como la de Xixona, han de servir para exigir a programadores y técnicos culturales la presencia de las formaciones orquestales de viento en auditorios, medios de comunicación, centros educativos etc. En diferentes países como Holanda, Bélgica, Suiza, Japón, Australia o Estados Unidos, la Banda tiene su especialización en conservatorios y universidades, siendo habitual la publicación de trabajos interpretativos o musicológicos sobre estos grupos instrumentales. Con el inmenso potencial que tenemos en nuestros pueblos, es casi urgente reclamar con nuestro trabajo la consideración que las bandas se merecen en nuestro ámbito actual.
Desarrollo
Alfonso Zaragoza es músico de la Banda de Xixona desde hace veintisiete años. Aunque su instrumento es la trompeta, Zaragoza (como le denominamos sus amigos) desarrolla cualquier actividad dentro de la sociedad musical relacionada por y para la banda. Esa es su pasión, esa es su lucha y la de su familia, que sacrifica muchas horas de su compañía sabiendo que con ello a Alfonso se le dibuja una sonrisa contagiosa en su rostro, fruto de su felicidad, fruto de su entusiasmo. Cuando se planteó hacer el libro sobre la historia de la música bandística en Xixona, el autor comenzó leyendo algunos volúmenes similares de otras formaciones musicales. Zaragoza no es historiador, ni lo pretende. Tampoco es un erudito escritor, ni lo necesita. Tan solo es, y ahí radica su grandeza, un músico enamorado de su banda que ha querido invertir cinco años de su vida en conocer, recopilar, contrastar y redactar todos los documentos escritos posibles relacionados con la existencia de una banda de música en Xixona. Este árduo y laborioso trabajo lo ha efectuado, y soy testigo de ello, con una entrega y respeto absolutos teniendo como aliento su inmenso amor por Xixona, su cultura, y en especial, su estimada Banda de Música. Le han ayudado algunos músicos de la banda, amigos historiadores, los recuerdos de mucha gente mayor que conservan en sus memorias auditivas los sones de instrumentos de viento entre las hojas de los árboles de La Plaça. Y Zaragoza, como siempre, nervioso, ansioso de conocer más datos, enarbolando la bandera del entusiasmo y contagiándolo a cuantos le rodean. Su único afán, ayudar a conocer la historia de un grupo de gente ilusionada por hacer sonar unos instrumentos. Su único objetivo, servir una vez más a la cultura xixonenca por la que ha trabajado y trabajará siempre.
Reexposición
Hace ya diez años, un día de abril vinieron a saludarme en Alcoi unos músicos de la Banda de Xixona. Yo los conocía porque en diversas ocasiones había ido a escuchar sus conciertos, incluso habíamos tocado juntos a finales de los ochenta uniendo las Bandas de Xixona i de mi pueblo, Muro. Aquellos compañeros me plantearon la posibilidad de poder dirigirles en un concierto, pues estaban buscando director. Para mí fue un momento especial, pues desde pequeño he sentido una gran admiración por la Banda de Xixona a la cual oía casi todos los veranos en el Patio del Colegio Eloy Coloma. Me invitaron a un concierto, el de San Sebastián, en el cual algunos de los músicos ejercían las labores de director ante un programa de música de cine. Aquel Cine de Dalt abarrotado me parecía el mejor auditorio del mundo. Tras el concierto y durante la cena, el presidente Vicente Pardo me comentó que querían invitarme para dirigir el Concierto en Honor al Socio a celebrar en el mes de marzo. Acepté sin dudarlo, sabiendo la responsabilidad con la que me iba a enfrentar. No iba a ser fácil dirigir a unos músicos como ellos, con una gran experiencia y con una gran trayectoria. Pero mi juventud y mis ánsias por dirigir me animaron a enfrentarme a tal reto. Bajaba la Carrasqueta para hacer mi primer ensayo y mi viejo coche iba lento, meditabundo. En realidad era yo quien iba pensando como empezar, qué hacer, qué decir… Pero llegué a la sala de ensayos de “El Trabajo”, alcé la batuta y de pronto sentí como una extraña conexión entre mis compañeros músicos y yo. Aún no se cómo, pero aquello funcionaba. Chess , Carol l’orgull dels agüelos…partituras que iban a iniciar uno de los períodos de mi vida más importantes tanto a nivel profesional como personal. Si en aquel primer ensayo me hubiesen contado todo lo que iba a vivir con los músicos de Xixona, nunca lo hubiese creído. Es posible que en un libro sobre la Banda mis palabras suenen edulcoradas, pero son las más sinceras que he podido encontrar. Conciertos, viajes, grabaciones, pasacalles, mil y una conversación, risas, problemas, llantos, sorpresas…vida instensa y emocionante. Cada minuto de música se consumía con la vehemencia de aquellos que aman lo que hacen y que derrochan su generosidad más infinita al compartirlo con los demás. En más de una ocasión me he emocionado ante ellos derribando mi eterna timidez y entregándome a su encanto. En Xixona, en su banda de música, he encontrado seres humanos muy grandes que me han ayudado a crecer. He encontrado músicos que son dignos de llamarse como tales, pues han entendido qué significa esta profesión a la cual respetan, aman y comparten. Desde aquí mi eterna gratitud.
Coda
Escribir la historia de nuestras bandas es escribir la historia de nuestras gentes, de nuestra cultura. Oir los sones de una banda por la calle, invita a abrir puertas y ventanas, pero no solo de tu casa, sino de tu alma. Cuando he caminado delante de la Banda de Xixona por la Plaça, por ese bellísimo casco antiguo, enfrascados en carreronets y envueltos por el sonido del pasodoble Tita, con los hijos de los músicos corriendo delante de la formación como tierno estandarte, he visto a gente emocionada en balcones y aceras. Gente que camina con la Banda y que seguro siempre lo hará, legando esta devoción a sus hijos. Con este libro, mi buen amigo Alfonso Zaragoza no solo ha escrito un relato de músicos de pueblo, sino un testimonio de gentes que aman la tierra y que dedican parte de su tiempo a cultivarla. Por y para Xixona, con humildad, con arte y con estima. Entren en sus páginas con la predisposición de quien asiste a escuchar un concierto. Los pentagramas son las líneas de la vida de unas notas, los músicos, que trabajan por hacer que la felicidad no sea un destino sino una manera de viajar.
José Rafael PASCUAL-VILAPLANA
Noviembre, 2004